jueves, 4 de junio de 2009

Pandemia- capitulo 2 15 de Abril- parte 1

bueno aqui esta el segundo capitulo me demore un poco en subirlo
espero que les este gustando.




15 de abril

Recuerdo ese día como si fuera ayer. El trabajo de los últimos meses había estado agotador. No había podido dormir en semanas y además mi jefe William. Un loco obsesionado con el trabajo nos había puesto a mí a ya mi equipo los reportajes más atroces. Las cosas en la semana ya iban bien mal. Se sabía de gente desaparecida que volvía y asesinaba a su familia o de… (Lo que voy a decir puede sonar extraño) pero se había visto a gente muerta volviendo a la vida. Eran solo rumores pero asustaban a cualquiera.
Estaba dormido cuando el teléfono sonó. Me desperté en medio de la oscuridad.
Toda la casa estaba sumida en oscuridad deprimente y melancólica. El silencio tan relajante en el cual estaba la vivienda solo era quebrado por el estresante y continuo timbre del celular. Salí de la habitación y logre llegar a la sala de estar sin tropezarme. Justo antes de que pudiera determinar de dónde provenía el sonido sentí una mano atrás mío. El contacto me helo. Di un salto y caí en el sofá.
-¡mierda!- grite, y enseguida me calle. A quien pude haber despertado.
-tranquilo papa- dijo mi hija Agnes- es tu celular lleva 1 hora sonando.
-oh, bien pero tú qué haces despierta a esta hora. Son las 4 de la mañana.
-si- dijo calmadamente- llevo despierta desde las 3 y ese aparato no deja de sonar, cógelo ya tengo hambre.
-oh claro- estaba sorprendido sabía. Que mi hija no era normal pero despertarse a las 3 de la mañana. Eso explicaba por qué dormía toda la tarde y sus malas calificaciones. Pero aun así era todo un genio. Amaba el teatro y la música, inclusive tocaba 2 instrumentos, el piano y la guitarra. Ella era una de esas mujeres que vestían de negro siempre con colgantes de plata y figuras extrañas, cruses invertidas, pentaculos invertidos y esas cosas. Sus ropas siempre como si fueran de otra época le daban un toque gótico y nostálgico el cual contrastaba perfectamente con su piel blanca casi angelical, con sus ojos de un negro profundo y su pelo rojizo como la sangre y desordenado. Todo eso hacía que se pareciera a su madre cuando la conocí.
Levante la tapa del celular. En la pantalla de este se podían leer el nombre William. Mi psicorrigido jefe. Después de maldecir en mi mente. Lleve el celular a mi oído y apreté el botón para contestar
-joder. Christopher ¿donde estas?- me grito por el teléfono
-William, son las 4 de la mañana, estoy en mi casa durmiendo déjame en paz
-bueno, pues parece que ya no estás dormido así que ven rápido a trabajar. Tenemos mas trabajo del que te imaginas.
-sí, me imagino que deben estar matándose trabajando pero hoy es mi día libre.
-te equivocas desde hace media hora tu día libre paso a ser mañana. ¡Vente o te despido maldita sea!
-ya voy para allá- colgué de un golpe el celular.
Con la rabia a flor de piel me dirigí hasta la cocina. La luz estaba prendida así que hay debía estar Agnes.
Una vez en la cocina abrí el refrigerador. Saque un sándwich y me senté en una de las 2 sillas de una pequeña mesa que manteníamos al lado de el refrigerador. Mi hija estaba sentada en la otra silla leyendo.
-¿vas a tener un mal día papa?
-no solo malo. También una muy largo.
- ya te vas ¿cierto?
-si en verdad quería quedarme hoy pero tienen mucho trabajo.
-anda ve le diré a mamá.
-está bien.
-no quieres irte.
-la verdad no pero si no voy van a despedirme.
-¡no vayas!- me dijo en lagrimas- quédate con nosotros. En la radio dicen que la ciudad es un caos no vayas.
La abrase. Y le bese la frente.
-volveré antes del almuerzo te lo prometo. Luego iremos a cine o a una ópera. A donde tú quieras solos tú y yo.
-está bien- dijo sollozando- te quiero papá.
-y yo a ti Agnes. Diviértete en el colegio.
-¿colegio?- dijo con un poco de risa entre sus desesperados llantos- yo no planeo ir hoy.
-tienes razón. Si lo que dice William es cierto, la ciudad va estar muy peligrosa.
Me levante y le acaricie la cabeza. Observe el libro que ella leía
-¿Edgar Allan Poe?
-sí, es un escritor excelente.
-da miedo.
Ella volvió a reír esta vez ya más alegre. Antes de poder decir algo sonó mi celular otra vez.
-joder, es William me tengo que ir chao.
-chao papa.
Salí de la cocina hacia la penumbra del piso inferior de la casa. No se veía nada. Todo se combinaba en una sola sombra sin forma. Una sola masa oscura sin forma en otras palabras, “nada” era nada. Al final todo vuelve a la nada.
Avance rápidamente por entre las sombras. Agarre el estuche de mi cámara obviamente con esta dentro. Revise que no faltara ningún cable y cuando estuve listo me dirigí hacia la puerta principal de la casa. Otro día pensé. Otro largo, típico, rutinario y asqueroso día pero me equivocaba este iba a ser el ultimo día de la humanidad tal y como la conocía.
Tuve ir al edificio del noticiero donde trabajaba a pie. El recorrido por primera vez según recuerdo era calmado. Lleno de un silencio relajante. En las calles ningún carro pasaba ruidosamente al lado mío. Pero era muy extraño. Era una de las principales calles de la ciudad. Que pasaba ¿donde estaban todos?
Una vez en el noticiero me di cuenta que tan mal estaba todo. Había una radio encendida a todo volumen que decía “no salgan de sus hogares. Este es un llamado de emergencia todo se solucionara pronto, ha habido disturbios en los siguientes barrios….shollive….el centro… por favor no salgan de sus hogares” y se repetía pero no explicaba que pasaba. Pero igualmente nadie la estaba oyendo. Todos corrían de lado a lado, gritando, hablando quejándose. Era un caos, era una multitud encerrada en el sexto piso de un simple edificio. Y eso que en este piso solo estaban los monitores que mostraban otros noticieros u los reportajes. Como estaría el tercer piso que era la sala de edición. O el 3 y el 4 donde estaban los estudios.
-¡CHRISTOPHER!- una voz vieja y ronca me llamaba con rabia- maldita sea por fin llegas ¿dónde estabas?
-en mi casa- respondí muy serio- durmiendo, William cosa que pareces no hacer.
-tengo 83 años, no quiero ir a la cama y simplemente no despertar. Pero ese no es el punto mira los monitores.
Los 9 monitores que teníamos en el piso estaban prendidos todos a la vez, cosa que en 10 años trabajando allí jamás había visto. Las imágenes en estos eran espeluznaste por no decir asquerosas. En muchos monitores había gente en suelo gritando con sus intestinos colgando o casa en llamas y los bomberos intentando en vano apagar las imponentes llamas. En la mayoría de los monitores se veían protestas. Gente en multitudes atacando a las autoridades. Pero aun así centre mi atención en el monitor 4. Era interesante, no había nada. Era un vecindario, parecía que algo hubiera explotado pero estaba tranquilo, quieto, pacifico, diferente del resto, terrorífico.
-mierda- dijo una voz al lado mío – ahí es donde ese hijo de puta malnacido nos planea enviar.
Era Carlos, parte de mi equipo. El ingeniero de sonido y el que hacia el resto de las cosas, la verdad no sabía lo que hacía pero lo hacía bien.
-tranquilo- dijo una voz femenina y dulce, María la otra miembro del equipo, la presentadora y reportera. Ella se mataba por conseguir las historias, Carlos y yo solo hacíamos lo básico, grabar y asegurar que todo saliera bien.
-si- respondió Carlos muy irritado- pero hay. En ese monitor al que planea enviarnos William, hace 10 minutos parecía que hubiera estallado la segunda guerra mundial.
Lo que acaba de decir Carlos no me relajaba.
-Bueno que hacen acá- grito William- váyanse ya.
-espera William- respondió María un poco irritada- no hemos ni reunido el equipo.
-pues ve por pero ¡ya!- le grito William
-no estoy aquí para que me grites viejo machista y anticuado- replico María roja de la rabia
-a mi no me hable señorita- volvió a gritar William pero esta vez abalanzo su mano derecha contra María.
-¡NO ME TE ATREVAS A TOCARME VIEJO DECREPITO!- chillo María con lagrimas en sus ojos y preparándose a recibir un golpe en la cara.
Justo antes de que la mano anciana de William tocara a María. Carlos y le sostuvimos de los brazos con fuerza.
-¡SUELTENME!- grito William con una voz extremadamente ronca
Carlos y yo los soltamos, William nos empujo para atrás y nos hecho una mirada fulminante.
-lárguense y hagan su trabajo.
-yo voy sola por el equipo los encuentro en el parqueadero- dijo María.
Carlos y yo no sabíamos que responder jamás había pasado algo así en el trabajo.
-en serio- repitió- no se preocupen.
-¡no se han ido!- grito William a lo lejos.
-bueno bajen tranquilos no es mucho.

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